En la población actual, la onicocriptosis –conocida vulgarmente como uña encarnada- es una de las afecciones que aparece con más frecuencia en la clínica diaria. Se trata de una afección podológica de la lámina ungueal que causa dolor y/o inflamación del pliegue o pliegues laterales de la uña, en la que el extremo distal de ésta se encarna en el canal ungueal lateral o medial, ocasionando frecuentemente un cuadro infeccioso.
Más frecuente en niños
Constituye uno de los principales motivos de consulta en población pediátrica y su origen se asocia mayormente a traumatismos o pequeños impactos de repetición. Los niños están más predispuestos a sufrirlo ya sea por exceso de sudoración así como por traumatismos que reciben en los pies. El hecho de que algunos calzados tengan la puntera redondeada provoca la compresión de los dedos. Otros factores –de más difícil prevención- son la forma del dedo gordo o de la uña.
Evolución de la lesión
La patología en cuestión empieza con una molestia al calzarse o cuando el niño practica deporte. La tendencia más habitual es localizar la punta de la uña que molesta y recortarla, hecho que agrava el problema ya que la uña se clavará más. Cuando vuelve a clavarse aparece inflamación del canal periungueal y el dolor empeora: molesta incluso a la hora de ir a dormir con la presión de las sábanas encima del dedo. En referidas ocasiones a tal inflamación se suma infección y el dolor es cada vez más severo. Es, por tanto, un círculo vicioso difícil de tratar ya que, a medida que se va cortando la uña, el tejido circundante queda liberado de la presión de la propia lámina de forma que cuando vuelva a crecer se volverá a clavar.
Tratamiento quirúrgico
La mayoría de las veces nos encontramos frente esta situación y la mejor opción que se plantea es la quirúrgica. De hecho, cuando se diagnostica la onicocriptosis, después de iniciar las medidas antiinflamatorias iniciales y, eventualmente, antibioticoterapia sistémica, si el caso no se resuelve de forma completa mediante tratamiento conservador o recurre a corto plazo, se toma la decisión de abordar una intervención quirúrgica con el fin de solucionar el problema de forma definitiva.
Cuando hablamos de intervención quirúrgica nos referimos a las técnicas de matricectomía parcial o química de la matriz ungueal, procedimientos sencillos que solo implican anestesia local y no suponen una restricción de la vida normal ni de la actividad deportiva superior a una semana. Con estas técnicas se consigue eliminar la parte de uña que se clava así como reducir las causas principales y realinear la uña para que crezca en línea recta sin desviarse para los lados. Asimismo, si fuera necesario también se podría reducir el tejido periungueal que, en muchas ocasiones está hipertrofiado y obstaculiza el crecimiento normal de la uña.
A su vez, para evitar que vuelva a crecer la parte “problemática” de la uña se extirpa la matriz del lado de la uña en cuestión. Es importante destacar que en estos procesos no hay necesidad de extirpar la totalidad de la lámina ungueal. Esta lámina ungueal se debe conservar intacta en la medida de lo posible ya que en el pie cumple funciones tan importantes como la de ofrecer protección al extremo digital de posibles traumatismos, favorecer la superficie de contacto con el suelo aumentando la estabilidad digital así como facilitar la marcha, entre otros. Finalmente, la técnica quirúrgica seleccionada no deja cicatriz ya que se actúa por debajo de la piel y en pocas ocasiones son necesarios los puntos de sutura. Es, por tanto, una solución sencilla, rápida y definitiva a una patología muy frecuente y molesta.