La salud postural influye mucho más de lo que pensamos en nuestro bienestar diario. Sin darnos cuenta, interiorizamos gestos y posturas que repetimos constantemente y que, con el tiempo, pueden generar molestias, tensiones, dolores e incluso lesiones.
Cuidar tu higiene postural es una medida básica y efectiva, no solo para prevenir molestias físicas, sino también para mejorar tu equilibrio corporal, tu energía y tu salud en general. Adoptar pequeños cambios diarios puede marcar una gran diferencia a largo plazo.
¿Qué hábitos cotidianos perjudican tu postura sin que lo notes?
A continuación, te explicamos los hábitos más comunes que pueden estar perjudicando tu postura sin que lo sepas y qué puedes hacer para corregirlos de forma sencilla. Prestar atención a estos gestos cotidianos es el primer paso para mejorar tu salud postural.
Estar demasiado tiempo sentado
Cuando estamos sentados, la presión sobre la columna aumenta hasta un 40 %, especialmente si lo hacemos sin apoyo lumbar o con la espalda encorvada. Este hábito, común en trabajos de oficina o frente al ordenador, es uno de los principales responsables del dolor lumbar crónico. Además, permanecer inmóvil durante largos periodos afecta la circulación y la flexibilidad.
Qué puedes hacer: Levántate cada hora, estírate y asegúrate de que tu silla tenga un respaldo adecuado.
Conducir con el asiento mal ajustado
Pasar mucho tiempo al volante, con el asiento mal ajustado o en tensión, puede provocar contracturas en la zona lumbar y cervical. Una posición incorrecta al conducir afecta directamente a la musculatura postural y puede generar fatiga muscular incluso en trayectos cortos.
Qué puedes hacer: Ajusta el respaldo para mantener la espalda recta, apoya bien los pies y relaja los hombros. También es importante regular la distancia al volante para evitar que los brazos queden estirados en exceso.
Llevar el bolso o la mochila en un solo hombro
Cargar peso de forma desigual de manera continuada obliga al cuerpo a compensar, lo que puede causar desequilibrios musculares y escoliosis funcional. Este gesto tan habitual genera una sobrecarga progresiva.
Qué puedes hacer: Alterna los lados o usa mochilas con correas dobles ajustadas y acolchadas.
Dormir en un colchón desgastado
Un colchón en mal estado no ofrece el soporte adecuado a la columna, interrumpiendo el descanso reparador y provocando rigidez al despertar. La postura al dormir es tan importante como la del día para mantener una espalda sana.
Qué puedes hacer: Cambia tu colchón cada 5 o 6 años y elige uno de firmeza media que respete la curvatura natural de tu espalda.
Usar tacones altos con frecuencia
El uso prolongado de tacones muy elevados modifica el eje del cuerpo, adelanta el centro de gravedad y genera tensión en la zona lumbar y las pantorrillas.
Qué puedes hacer: Reserva su uso para ocasiones puntuales y opta por calzado ergonómico y estable a diario.
No practicar ejercicio
La falta de actividad física debilita la musculatura que sostiene la espalda, haciéndola más vulnerable a lesiones. El ejercicio postural y de fortalecimiento es clave para prevenir el dolor de espalda y mejorar la salud de la columna.
Qué puedes hacer: Camina, nada o realiza ejercicios de fuerza adaptados a tu condición física y enfocados en la zona lumbar.
Mirar el móvil con el cuello inclinado
Este gesto genera lo que se conoce como “síndrome del cuello tecnológico”. Al inclinar la cabeza hacia delante, el peso que soporta el cuello puede duplicarse.
Qué puedes hacer: Sube el móvil a la altura de los ojos y haz pausas frecuentes para relajar la musculatura del cuello y los hombros.
Tener la pantalla mal colocada al trabajar
Una mala ergonomía frente al ordenador obliga al cuerpo a adoptar posturas forzadas, sobre todo en el cuello, los hombros y la zona dorsal.
Qué puedes hacer: Coloca la pantalla a la altura de los ojos y ajusta la silla para apoyar bien la espalda y mantener una postura alineada.
Realizar tareas domésticas con mala postura
Planchar, fregar o hacer la cama puede parecer inofensivo, pero si se hace encorvando la espalda o sin doblar bien las rodillas, el impacto sobre la zona lumbar es considerable.
Qué puedes hacer: Mantén la espalda recta, cambia de postura con frecuencia y usa ambas manos en las tareas evitar sobrecargas musculares.
¿Por qué es importante cuidar tu postura?
Una mala higiene postural sostenida en el tiempo puede derivar en contracturas musculares, dolores de cabeza, problemas digestivos, dificultades respiratorias o incluso desgaste vertebral y pinzamientos.
Además, cuando el cuerpo está desequilibrado, se fatiga antes y responde peor al esfuerzo. Por eso, cuidar la postura no solo ayuda a aliviar molestias, sino que mejora el rendimiento físico, el estado de ánimo y la salud general. Una buena postura corporal favorece la energía diaria y previene el dolor de espalda.
Consejos para mejorar tu postura en el día a día
Para prevenir el dolor de espalda y mejorar tu bienestar general, te recomendamos:
- Evita pasar muchas horas en la misma posición corporal.
- Activa tu cuerpo con estiramientos de espalda y ejercicio moderado.
- No ignores el dolor: es una señal de alarma.
- Mantén un peso saludable para evitar sobrecargas.
- Cuida la postura al dormir, al sentarte y al moverte.
En CreuBlanca queremos recordarte que prestar atención a tu postura, moverte con conciencia y consultar ante cualquier molestia es esencial para prevenir problemas más serios. Cuidar de tus hábitos diarios y corregir esas pequeñas manías posturales puede marcar una gran diferencia en tu bienestar a largo plazo.