- 12 de Marzo, Día Mundial del Glaucoma
- Es una de las principales causas de ceguera en España
El Glaucoma es una enfermedad ocular que afecta al nervio óptico y que padece más del 3% de la población española, suponiendo además una de las principales causas de ceguera. Se caracteriza por una elevación de la presión intraocular hasta un nivel que provoca un daño irreversible en las fibras nerviosas. Afecta sobre todo a personas mayores de 40 años y es más frecuente si existen antecedentes familiares, miopía importante, diabetes o si se sigue algún tratamiento con cortisona.
Como explica el Dr. Francisco Salvador, de Clínica Creu Blanca, grupo de centros médicos especializados en prevención, diagnóstico y tratamiento de la salud, existen distintos tipos de glaucoma: “El glaucoma crónico, el tipo más frecuente, no causa síntomas al principio. Con el paso del tiempo y la lesión gradual del nervio óptico, se va produciendo una pérdida progresiva del campo visual. Si la enfermedad avanza y no se trata adecuadamente se produce la pérdida parcial o total de la vista”.
Existe otro tipo de glaucoma cuya aparición es menos frecuente pero más grave. Es el glaucoma agudo y en este tipo, aparte de dolor en el ojo, pueden manifestarse otros síntomas como enrojecimiento ocular, visión borrosa, dolor de cabeza, visión de halos alrededor de las luces, náuseas y vómitos. Este tipo de glaucoma representa una urgencia oftalmológica que a menudo requiere tratamiento con láser o quirúrgico.
“Es fundamental -señala el Dr. Salvador– que el glaucoma se diagnostique de forma precoz para evitar una pérdida irreversible de visión. Tradicionalmente se le ha otorgado mucha importancia a la presión intraocular en el diagnóstico del glaucoma, pero se han de tener en cuenta otras variables ya que, en muchas ocasiones, dicha presión se encuentra dentro de las cifras que se considerarían normales pero el nervio óptico no puede soportarlas. Este tipo de glaucoma es el de ‘baja presión’”.
Así, el mejor tratamiento para el glaucoma es hacer un diagnóstico lo más precoz posible para evitar así la lesión irreversible del nervio óptico. Por este motivo se deben estudiar todas aquellas situaciones en las que la presión intraocular sea elevada y/o el nervio óptico manifieste algún síntoma de lesión. “En la actualidad disponemos de distintos tipos de tratamiento, todos ellos dirigidos a bajar la presión del ojo con el objetivo de mejorar la irrigación sanguínea del nervio óptico”.
La forma más frecuente de tratar el glaucoma consiste en la aplicación de colirios. Estos medicamentos actúan disminuyendo la producción de humor acuoso (el líquido que tenemos en la parte anterior del ojo) o facilitando su salida. Si el tratamiento se realiza de forma correcta en la mayoría de los casos se consigue frenar la evolución de la enfermedad. En el caso de que el tratamiento farmacológico no consiga controlar la presión intraocular suele ser necesario recorrer a la cirugía.
En casos muy avanzados se puede recurrir a técnicas quirúrgicas invasivas, como la trabeculectomía y la esclerotomía profunda no perforante. Ambas reducen la presión intraocular creando vías de escape controlado de humor acuoso. Algunos casos especiales de glaucoma requieren la implantación de una válvula de drenaje artificial. “Cabe señalar que las intervenciones mencionadas no permiten recuperar la visión perdida pero sí prevenir la que se conserva”.