“El confinamiento no es aislamiento. Es importante mantener el vínculo diario con la red familiar y social”
¿Estamos preparados mentalmente para abordar un confinamiento de cuatro semanas? ¿Sabemos manejar la ansiedad y el estrés que genera la incertidumbre de una situación que está fuera de nuestro alcance?
Para dar respuestas a éstas y otras preguntas, hemos hablado con Mónica Hurtado, psicóloga de Emergencias, especializada en Duelo y Pérdidas, que pasa consulta en Creu Blanca.
¿Estamos preparados para un confinamiento de mes, mes y medio?
No, no lo estamos, si hablamos en términos generales porque es una situación sobrevenida, nueva, y que además, nunca hubiésemos imaginado que nos tocaría vivir.
Si hablamos en particular, encontramos personas que por su manera de ser y sus hábitos previos a esta situación, les costará poco adaptarse. Por lo que las circunstancias de cada uno son importantes. Algunas personas necesitaban este “parón”, pero para otras, en cambio, el tener que parar su mundo, afrontar el confinamiento va a suponer la peor de sus experiencias.
En todo caso, no es tanto si estamos preparados para un confinamiento. La cuestión real es: ¿estamos preparados para todo lo que este confinamiento comporta?
Se ha de tener presente que estamos viviendo una situación de DUELO (duelo por pérdida). El confinamiento y la situación generada nos ha hecho perder condiciones de vida particulares, familiares, laborales y sociales. Y esto viene acompañado de la aparición de una serie de emociones (algunas nuevas para muchos de nosotros), emociones que tendremos que gestionar para garantizar nuestro bienestar mental y psicológico.
Las personas tenemos la condición de sabernos adaptar a los cambios. Hemos cambiado muchas veces de casa, de trabajo, de amigos, de pareja, etc. y nos hemos adaptado. Todo es un proceso.
¿Cómo puede afectar a una persona sana un encierro de las características que estamos viviendo?
La excepcionalidad del momento nos obliga al confinamiento y esto puede provocar la aparición de algunas emociones desagradables, así como una gran sensación de incertidumbre. Tendremos que aprender a convivir con el miedo, la rabia, la culpa, la impotencia, la tristeza y la añoranza. Y en muchos casos con todas a la vez.
Ya hay estudios sobre el impacto psicológico de las pandemias que nos advierten de las consecuencias psicológicas que aparecerán en la población normal y que en muchos casos va a requerir intervención psicológica posterior.
Problemas de ansiedad, depresión, un aumento de las conductas de estigmatización y de evitación que pueden generalizarse y mantenerse en el tiempo, entre otros.
Muchas personas van a sufrir pérdidas traumáticas y duelos al no haber podido acompañar a los familiares enfermos o realizar un entierro.
Puede haber un incremento de las conductas adictivas y de la violencia intrafamiliar y de género. Y en situaciones de custodias de menores, sabemos que en parejas con conflictos intensos, éstos van a incrementarse debido a las restricciones adoptadas.
Algunas personas mayores han quedado expuestas a situaciones de aislamiento y soledad extrema.
Por no hablar de personas con patologías crónicas bastante habituales, como la fibromialgia, osteoporosis, artritis, diabetes, colesterol, etc. van a experimentar un aumento del malestar físico debido a las limitaciones de movilidad.
Además de estos problemas derivados del confinamiento obligado, la situación de crisis generada en torno al COVID19 va a comportar muchas otras problemáticas a muchos de nosotros. Como el personal sanitario, que va a experimentar un estrés agudo derivado de la situación laboral a la que han estado expuestos. O los trabajadores del sector del abastecimiento que pueden llegar a sentirse superados por las demandas del entorno.
¿Cómo puede afectar a una persona que de por sí es propicia a presentar cuadros de ansiedad?
Evidentemente esta situación hará que se agrave la patología. El estado de incertidumbre y la falta de red social van a afectar directamente. Todo dependerá también del foco del Trastorno de Ansiedad que ya padece la persona. Si detrás hay fobias y miedos irracionales, éstos cambiarán adaptándose al tema estrella de la crisis, el COVID19. Desarrollarán miedo a infectarse, a poder morirse, a que la enfermedad afecte a personas cercanas. Se pueden desarrollar conductas obsesivas de desinfección para evitar el contagio. Y **pánico a salir a la calle. **En muchos casos la imposibilidad de poder tener contacto con su psiquiatra o psicólogo/a les creará tal inseguridad que se encontrarán más temerosos, más susceptibles. Y las apariciones de crisis de ansiedad se harán más frecuentes. La medicación actual no les funcionará, y eso aún les hará sentirse más desprotegidos y vulnerables, aspectos que, a su vez, propiciarán la aparición de más ansiedad.
¿Cómo sabemos que estamos viviendo un cuadro de ansiedad y cómo hemos de actuar para superarlo?
Las personas de las que hablábamos antes, ya conocedoras de que es la ansiedad, al vivir un cuadro ansioso, lo identificaran rápido. Pero multitud de personas sanas, sin antecedentes previos de ansiedad, dada la magnitud de la crisis que estamos viviendo, experimentarán síntomas de ansiedad, que no sabrán identificar, y que en muchas ocasiones dejarán mucha preocupación. Por un lado, porque muchos de estos síntomas son muy intensos e incapacitantes. Por otro, porque algunos de los síntomas coinciden con la sintomatología del COVID19 y puede llegar a hacer pensar al que los padece que quizás este contagiado, aumentando así su “psicosis” particular, que se ve también acrecentada por la colectiva.
Los síntomas ansiosos que podemos experimentar son:
- Sensación de ahogo, dificultades para respirar, sensación de falta de aire.
- Ritmo respiratorio acelerado y superficial.
- Elevación de la tensión arterial.
- Sentirse estresado, más nervioso de lo normal.
- Taquicardias, sensación que el corazón se nos va a salir del pecho, o sentir opresión.
- Sentirnos mareados y con la mente embotada.
- Dificultades para concentrarnos, estar más despistados de lo normal y agitados física y mentalmente.
- Sensación de pérdida de control o del conocimiento.
- Sudoración excesiva.
- Trastornos digestivos o gastrointestinales. Diarrea o náuseas.
- Temblores en extremidades, y sensación de escalofríos.
- Rigidez muscular.
- Insomnio.
- Pensamientos negativos y reiterativos.
En ocasiones, los síntomas pueden ser tan intensos que pueden llegar a derivar en una crisis de ansiedad. La persona se siente incapacitada para seguir realizando las tareas que le ocupan, habiéndolo de dejar todo para estirarse.
Hay muchas técnicas para poder intentar frenar esta sintomatología, desde técnicas de respiración consciente a técnicas de relajación y aumento del autocontrol emocional.
La sobreinformación a la que estamos expuestos – televisión, redes…- ¿ayuda o aumentan los problemas de ansiedad? ¿Se debería de limitar?
El estar expuestos a la cantidad de información actual es muy negativo. Se desaconseja estar todo el día conectado a las noticias de televisión, redes sociales, internet, etc. Son muy alarmistas y catastrofistas, y la sobreinformación no nos hará estar mejor informados, si no que conseguirá que aumente nuestro estado de ansiedad y preocupación. Contribuye a la “psicosis” colectiva a la que hacía referencia antes, la que nos hace perder objetividad y no nos deja aplicar el sentido común.
Se recomienda CALMA, CONTROL e INFORMACIÓN, pero información de los canales oficiales, y siempre contrastada. No se debe compartir la información que recibimos por redes sociales y mensajería instantánea, sin antes corroborar su veracidad. Si lo hacemos, contribuimos al alarmismo social general.
¿Cómo podemos sobrellevar el aislamiento social? Existe alguna técnica que podamos aplicar para mejorar mentalmente.
Hay que partir de la base que CONFINAMIENTO NO ES AISLAMIENTO.
Es importante poder mantener el vínculo diario con la red familiar y social. Esto es fácil llevarlo a cabo gracias a las nuevas tecnologías (watsapp, videollamadas, Skype, redes sociales…). El tener noticias frecuentemente de la gente que queremos nos hace sentir más cerca los unos de los otros, aumenta el sentimiento de pertinencia y ayuda a compartir las inquietudes y preocupaciones que esta situación nos genera. Seguramente habrá muchas familias y amigos que se ven más a menudo ahora (a través de videollamadas) que en su vida cotidiana habitual.
Hay personas que por desgracia no disponen de una red familiar sólida, y/o la red social es pobre. En estos casos, ya suele tratarse de personas que están acostumbradas a lidiar con el aislamiento. No obstante, se recomienda que puedan hacer comunidad con vecinos o personas más cercanas. En momentos como el que estamos viviendo, necesitamos de la ayuda de los demás.
5 consejos para preservar nuestra mente ante este aislamiento:
- Aceptar que no tenemos el control sobre la situación.
- No planificar mucho para los próximos meses. Las cosas cambian muy rápido. Vivir el día a día sin agobiarse por no hacer alguna tarea pendiente.
- No enfadarnos ni culpar al sistema. Aceptar que esto es lo que es, y que cada día que pasa, las cosas serán más fáciles.
- Intentar no escuchar, leer ni mirar mucho los medios de comunicación. No estamos preparados para asimilar toda la información tan triste que muestran. Buscar otro tipo de actividades que nos permitan distraernos y ocupar nuestro tiempo.
- Disfrutar de nuestra familia más cercana, con los que estamos confinados, o de la soledad en caso que estemos pasando esta cuarentena solos. En el primero de los casos, hay que saber buscar momentos para cada uno de nosotros en exclusiva, momentos para dedicarnos a nivel mental o físico (lee, medita, haz algo de ejercicio, escucha música, etc.). En el segundo de los casos habrá que buscar momentos para cultivar las relaciones sociales. Se trata de encontrar el equilibrio, también en función de las necesidades de cada uno.
Y sobre todo: ESCUCHAR A LOS SANITARIOS, SEGUIR LAS NORMAS, NO SALIR DE CASA SI NO ES INDISPENSABLE, CUIDARNOS LOS UNOS A LOS OTROS Y CUIDAR Y MIMAR A LOS MÁS VULNERABLES.
¿Se puede sacar algo positivo del confinamiento?
¡Y tanto! Mucho más de lo que creemos. Tenemos la oportunidad de potenciar el sentimiento de comunidad, aumentado en general la calidad de nuestras relaciones. Disfrutar de la enorme solidaridad que estas situaciones despiertan en las personas. Tenemos la oportunidad de poder potenciar la comunicación y mejorar la forma de hacerlo con nuestra pareja, padres, hijos….
Podemos aprender a apreciar las pequeñas cosas: los rayos de sol a través de la ventana, las flores cuando florecen, o ser capaces de disfrutar del hecho de tomar un café. Valorar aquello realmente importante para nosotros, y ser conscientes de la muerte, de la debilidad del ser humano y de la importancia de cuidarnos tanto a nosotros mismos como a los demás.
Aprender cosas nuevas como actualizarse tecnológicamente, gracias a la necesidad del teletrabajo o para mantenernos en contacto con los demás hemos podido experimentar otras maneras de hacer las cosas y romper barreras con las nuevas tecnologías. Apreciar este tiempo de parada, seguramente no volveremos a tener un tiempo así. El tiempo pasa muy rápido, esto acabará, y entonces, aunque ahora nos parezca imposible, lo llegaremos a echar de menos.
En el caso de nuestros mayores, el aislamiento puede conllevar depresión. ¿Qué podemos hacer para mitigar su sufrimiento? ¿Qué medidas pueden poner en práctica?
Es un tema delicado porque nuestros mayores, ya de por sí, son un colectivo vulnerable.
A causa de la situación actual, esta vulnerabilidad ha aumentado aún más, ya que el COVID19 los ha colocado en primera fila. Agrava la situación el hecho que, a causa de las restricciones de movilidad, muchas de las enfermedades crónicas asociadas a la edad (diabetes, artrosis, colesterol, entre otras), hacen aumentar las molestias físicas y dolencias.
Todos estos aspectos, inevitablemente, merman su estado de ánimo. Viven con más incertidumbre que nadie la situación actual, y el hecho que el COVID19 está matando a conocidos y familiares cercanos, les hace sentir más vulnerables si cabe, y hace aumentar el MIEDO y la CULPA (¿por qué ellos y no yo?). Los cuadros depresivos son frecuentes, desatienden sus necesidades básicas (higiene, alimentación…) y se abandonan a la televisión, aspecto que aún perjudica más debido al alarmismo que la misma genera. Muchos pasan gran parte del día inactivos en la cama, con aumento de la agresividad en muchas ocasiones. Notaremos también un aumento de las demencias, las cuales se están acelerando al dejar de cuidar aspectos básicos para el desarrollo cognitivo.
Medidas para sobrellevar la situación:
- Establecer una rutina diaria, con un horario, con las tareas a realizar durante el día, y durante la semana.
- Mantener la higiene diaria, a pesar de no tener que salir a la calle. Es importante que se vistan con ropa de calle, y puedan peinarse, maquillarse, afeitarse, como si lo hiciesen de manera habitual.
- Si se realiza el confinamiento acompañado, poder buscar momentos para hablar, recordando hechos y anécdotas pasadas. Si el confinamiento se realiza solo, poder llamar o videollamar a la familia cada día para compartir lo que se ha hecho durante la jornada.
- Encontrar momentos para poder explicar como se sienten, si han estado tristes o añorados, o han sentido miedo, o algún síntoma que les haya podido asustar. Que puedan hablarlo abiertamente y de manera natural, dejando espacio para que se expresen y se recreen si lo necesitan. Facilitar el llanto si esto les puede ayudar.
- Realizar pasatiempos o ejercicios mnésicos, que puedan ejercitar la mente y trabajar las capacidades cognitivas.
- Realizar algo de ejercicio, caminar por el piso o la casa durante unos minutos, varias veces al día. Bailar y/o hacer movimientos con los brazos y las manos.
Y en definitiva, hacerles llegar todo nuestro amor, y hacerles conscientes de la importancia que tienen en esta sociedad.